Los museos no siempre son divertidos. Pero hay quien ha descubierto una nueva forma de pasar el trámite de forma graciosa y, de remate, causar sensación en las redes sociales. Sí, sí. Todo ello con solo pasar una tarde en el museo. ¿Cómo? Aprovechando las aplicaciones de intercambio de rostro. Herramientas de edición fotográfica que permiten poner nuestro rostro a otra persona o cosa. Pero, qué tiene eso de divertido en un museo, te preguntarás. La respuesta es intercambiar tu rostro con estatuas, esculturas y bustos clásicos. El resultado es de lo más gracioso.
El ejemplo lo ha puesto sobre la mesa el usuario del foro Reddit, Jake Marshall, quien no se ha pensado dos veces lo de publicar su hazaña en Internet. ¿Qué vas a pasar la tarde al museo británico de Londres? Llévate tu móvil cargado y alguna de las aplicaciones para hacer Face Swap que están de moda, como MSQRD o Snapchat. El personaje de esta historia, definitivamente, parece haber pasado un buen rato entre esculturas milenarias.
Egipto siempre ha tenido algo de exótico y misterioso. Esos faraones con sus vistosos y aparatosos sombreros”¦ tentador ¿no? Algo así debió de pensar Marshall, quien ha posado junto a varias estatuas sin importar que fueran de estilo hierático con tal de poner caras graciosas. Concretamente la suya en el rostro de aquellas, y el de aquellas en la suya. Un intercambio que sería igual de divertido sin necesidad de poner muecas o hacer cosas raras.
Es verdad, estas aplicaciones consiguen resultados muy poco realistas. No unifican los diferentes tonos de piel, hacen que nuestros rasgos no encajen en la posición correcta, crean vibraciones extrañas en nuestros ojos y boca dentro de la imagen pero… ¿Qué más da? Puedes colarte en el busto de un faraón, de un emperador o de lo que quiera que fuese esa estatua con el rostro desgastado y casi desfigurado. Y lo mejor de todo, puedes convertirte en un héroe en las redes sociales. Desde luego, Jake Marshall no dudó en compartir sus creaciones a través de Snapchat.
Se nos antoja más interesante, y posiblemente divertido, conocer las caras de las personas que circulaban junto a este sujeto por el museo viendo las poses que realizaba y los selfies tomados. Seguro que también eran de foto, aunque con más gesto de asombro que de broma. Y es que no es lo más habitual tomar este tipo de instantáneas o vídeos en un museo. ¿Habrá llegado el momento de abrir la veda? ¿Pondrán algún tipo de restricción a este tipo de prácticas en los museos?
En estas fotos, solo uno de los sujetos anima su rostro, ya que las estatuas, de momento, no pueden hablar. Sin embargo, el resultado es hilarante e ingenioso, y puede abrir muchas puertas tanto a visitantes aburridos como a los propios museos que decidan explotar sus exposiciones de forma diferente y divertida. Desde luego, a nosotros nos ha alegrado el día y ya estamos deseando acercarnos a cualquier museo para ver cómo funciona esta práctica en nuestras propias carnes. Y tú, ¿cambiarías tu rostro por otro con unos cuantos siglos de antigí¼edad?