La ministra de Igualdad y vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, ha propuesto este pasado martes un cambio en el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal con el fin de evitar situaciones como las de la resolución del juicio de La Manda. Donde la falta de un consentimiento explícito ha llevado a los jueces a entender como abuso sexual continuado un caso claro de violación, lo que habría supuesto mayores penas para los acusados. De momento no se ha detallado en qué consistirá la propuesta de Calvo, pero se sabe que el acto sexual será consentido solamente si hay un “sí” explícito por parte de la mujer, entendiendo el resto de situaciones como un no, y por tanto, como una agresión. Y es aquí donde entran en juego las aplicaciones de consentimiento sexual, que quieren ayudar a dejar claro si se quiere practicar sexo o no. Aunque es un arma de doble filo, ya que no todas sirven como prueba legal.
Lo de las aplicaciones para dar consentimiento explícito no es un concepto nuevo. De hecho, el abogado español José Luis Sariego, experto en la defensa de hombres ante la Ley de Violencia de Género, ya creó iSex para dar consentimiento antes de una relación. Las críticas fueron atroces. Su propuesta se entendió como un arma para que los hombres estuvieran protegidos legalmente una vez que las mujeres dieran su consentimiento a través de ella, sucediera lo que sucediera después. Un pensamiento machista que acompañó a esta aplicación los días que se mantuvo en la palestra mediática.
Sin embargo, es solo una de las ideas que ya han tenido otros desarrolladores. Personas que han creado diferentes aplicaciones de consentimiento sexual más igualitarias y aplicadas a distintas legislaciones según los países en los que se usan. Pero ¿qué pasa en España? ¿Sirven de algo estas aplicaciones? ¿Son legítimas?
Perfectamente legales si son lo suficientemente seguras
El concepto llega de Europa, donde países como Suecia han cambiado sus leyes para aceptar el consentimiento explícito como requisito sine qua non para entender que el encuentro sexual no es una violación. Claro que es muy diferente decir “sí” a tu pareja sexual, que ponerlo por escrito en una aplicación. Y es que dejar pruebas por escrito hace el hecho mucho más real y puede constituir una prueba legalmente válida en un juicio, en caso de que se llegue a eso.
Eso sí, tal y como ha explicado a tuexperto.com el perito informático Carlos Aldama, estas aplicaciones han de presentar ciertas garantías de seguridad. Deben guardar la grabación del consentimiento de manera cifrada y mostrando el HASH para comprobar que el contenido no ha sido modificado a posteriori. Y aún más, la aplicación “debe guardar quién ha grabado (IP) junto con la linea temporal en la que ha sucedido” para que sea aceptada como prueba ante un procedimiento judicial.
Dicho esto, existen diferentes aplicaciones operativas en Google Play. Hemos recogido las tres más vistosas y conocidas para conocer su funcionamiento. Ahora bien, hemos visto que, aunque con buena intención, no son la herramienta definitiva. Y es que, ya sea porque están enfocadas al público norteamericano o porque no casas con los requisitos legales españoles, aportan poca seguridad jurídica. Es decir, son más un gesto que una garantía.
- LegalFling
La más conocida es LegalFling. En ella solo hay que completar un proceso de creación de cuenta inicial, en el que introducir datos como el nombre, la dirección de correo, una contraseña y una foto de perfil, además del número de teléfono. A partir de aquí la otra persona debe usar la misma aplicación para escanear el código que mostramos en nuestra pantalla, o viceversa. Si se lleva a cabo el proceso se entiende que el consentimiento es explícito. Eso sí, lo interesante es que este consentimiento puede ser realmente explícito al configurar en el apartado Preferences si se está dispuesto a recibir o dar sexo oral, anal, besos, mantenerlo en secreto o incluso compartir fotos y vídeos.
En sus políticas de privacidad y sus términos y condiciones de uso se habla de la información personal que se recoge del usuario y de su móvil. Sin embargo, y a falta de un peritaje informático exhaustivo, la aplicación no parece cumplir con los mínimos antes mencionados por el perito informático consultado.
- We say YES
En este caso es otra aplicación gratuita centrada en dar un consentimiento válido y real. Consiste en un trámite para tratar de aclarar las responsabilidades de los que han participado en el encuentro sexual. No hay que crear ningún tipo de usuario, tan solo escanear el código QR de la otra persona y contestar a la pregunta de si se está o no borracho. Si se está sobrio y el consentimiento es positivo, adelante. Si no, solo una pantalla y un mensaje te impedirá que avances en la relación sexual.
En este caso los términos y condiciones de la aplicación aclaran que no se trata de un consentimiento legalmente vinculante. La app genera una instancia digital y anónima, y solo los usuarios son responsables de lo que hagan. Lo interesante es que, en sus preguntas frecuentes, sí se plantea la opción de cambiar de opinión. A este respecto hacen referencia al famoso «no es no» siempre, por lo que cada uno decide si revoca el consentimiento. Ahora bien, la app no permite revocar un consentimiento previamente dado…
- Consentsy
Con Cosentsy sí encontramos una herramienta más centrada en el aspecto legal o para asegurar la situación que en lo meramente informativo. Esos sí, su funcionamiento es más elaborado ya que recoge pruebas audiovisuales del consentimiento. Puedes crear una cuenta rápidamente con tu perfil de Facebook o Google. Después toca dar permisos a la aplicación para usar la cámara y el micrófono del móvil y grabar así una declaración leída (en inglés) y consentimiento explícito de la otra persona. Algo que ayuda a intuir el correcto estado de la otra persona. La grabación se almacena de forma segura en los servidores de la aplicación Consentsy. El consentimiento es transcrito y enviado a los correos electrónicos de los usuarios como prueba del proceso. Si todo se acepta, ya solo queda disfrutar.
Por su funcionamiento y por sus términos y condiciones de uso, es la aplicación más completa y válida en el ámbito legal. Es decir, cuenta con un respaldo más factible a la hora de presentar una prueba real de consentimiento explícito. Protege estos consentimientos en la nube por si la ley o un representante legal los solicita. Puede que su consentimiento leído se base en leyes americanas, pero es la aplicación presumiblemente más segura y certera a la hora de validar un consentimiento explícito. O, al menos, para demostrar que se dio tal ante un juez.
Ahora bien, para el abogado especialista en Derecho Penal, Alberto Cabello, «las condiciones de uso que aceptan los usuarios a la hora de inscribirse serían nulas de pleno derecho por ser contrarias a la legislación española vigente o bien porque no respetarían libertades y derechos recogidos en el Código Penal, concretamente en su apartado referido a los delitos contra la libertad sexual». Y añade que «dichos consentimientos no están por encima de la voluntad de los usuarios, que puede cambiar o modificarse durante el transcurso de la relación, ni por encima de otros derechos en caso de que exista agresión o abuso sexual». Además, los mencionados consentimientos «no cuentan con garantías para los usuarios ni con una adaptación a la legalidad vigente, ni suponen una prueba legal válida. Según su opinión, el uso de estas aplicaciones para conseguir el consentimiento explícito durante las relaciones sexuales «supondría una solución demasiado simple para un problema muy complejo».
Yo decido el cuándo, el dónde y con quién
Ahora bien, ¿qué ocurre si se cambia de opinión durante el acto? ¿Son seguros los consentimientos que se ofrecen a través de estas aplicaciones? El consentimiento no es un derecho ni una obligación. Y no puede utilizarse para obligar a la otra persona a mantener relaciones sexuales. Es posible que la situación se vuelva extraña si alguno de los integrantes del encuentro sexual lleva a cabo prácticas no pactadas. Entonces ¿no se puede denegar el consentimiento?
Según el perito informático Aldama, “la aplicación debe tener una cláusula de revocación de consentimiento. Se debe especificar que tras la revocación comunicada a ambas partes fehacientemente, está prohibido cualquier tipo de divulgación o acceso”. De esta manera se protegería a las partes en caso de un cambio de decisión. Claro que parece, de momento, las aplicaciones de consentimiento sexual no han llegado hasta este punto.
Estas aplicaciones no eliminan el respeto y el sentido común de la ecuación a la hora de tener una relación sexual. Pueden constituirse como armas legales tras dejar grabaciones y datos explícitos de consentimiento, pero es probable que no recojan todas las situaciones que se pueden dar en un encuentro sexual. La base sigue siendo hacer lo que apetece mientras apetece a ambas partes, con comunicación directa y un acuerdo siempre explícito. Próximamente, si se lleva a cabo la reforma del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, también será necesario el consentimiento explícito de la pareja. En caso contrario, podría entenderse como un abuso.
De momento, el Código Penal español entiende que un juez debe interpretar la situación a partir de las pruebas aportadas, y que la falta de resistencia física puede ser entendida como un consentimiento, dada la conclusión de la sentencia del juicio contra La Manada. Algo con lo que discrepan los diferentes movimientos feministas y de apoyo a las mujeres.
Por tanto, se necesitan nuevas vías y maneras de interpretar estas situaciones, aunque parece que las aplicaciones de consentimiento sexual por ahora no cubren todo ese espectro. Han de ser seguras, recoger información de los usuarios y el momento en el que se da. También deben guardar todo este contenido y asegurar por terceros que toda esta documentación no es alterada. Solo así será una prueba con respaldo legal a la hora de ser presentado ante un juez en una vía administrativa o penal.
¿Son necesarias estas apps?
Y tú, ¿piensas que son necesarias estas aplicaciones (desarrolladas y ajustadas a la legalidad española) a la hora de tener sexo? ¿O deberían ser meras herramientas de aprendizaje para introducir el consentimiento explícito en el diálogo social y sexual?
Para quienes ven este aspecto desde el ámbito legal, cubrirse las espaldas con una prueba fehaciente es básico a la hora de evitar problemas en el futuro o poder demostrar la intención y el hecho de una persona en un momento dado. Es frío pero concreto y seguro. Siempre que haya cláusulas claras y las partes sean plenamente conscientes y responsables.
Para quienes entienden el sexo como una acción compartida entre dos personas iguales, el uso de estas herramientas en lugar del sentido común y el respeto sorprende bastante. Y es que, cuando hemos consultado a diferentes usuarios acerca del tema de estas aplicaciones, muchos han mostrado incredulidad. “¿Tan difícil es respetar a la otra persona?”, se pregunta una usuaria. Otros, sin embargo, plantean distintas problemáticas relacionadas con la tecnología: Vamos que como luego estés en ello (practicando sexo), quieras echarte atrás y no tengas datos ni wifi, la cagaste.
“A mí me cuentas todo esto y mi conclusión es: yo ya no practico más sexo”, asegura otro de los usuarios de Internet consultados al respecto. Y es que puede parecer que todo esto del consentimiento es añadir una complicación al hecho de practicar sexo.
¿Conseguirán las aplicaciones reeducar a la sociedad y hacerla más justa y segura?