blablacar fenebús

Parece que los relativamente nuevos de negocios de transporte no terminan de caer en gracia allá donde van. Si el caso de Uber ha sido sonado en todo el mundo donde sus problemas legales les han llevado a transformarse en una compañí­a de reparto de comida para poder seguir operando en España, ahora parece que será BlaBlaCar la que se ha ganado unos cuantos enemigos. En su caso, en el sector de los autobuses. Y es que la economí­a colaborativa parece ser una afrenta ante el negocio clásico del transporte.

Según se hacen eco en Xataka, la patronal Fenebús lleva meses solicitando el cierre de BlaBlaCar, un servicio que lleva operando ya varios años en España bajo una sencilla idea: compartir un trayecto con desconocidos que van al mismo lugar. Así­, BlaBlaCar sirve de intermediario, utilizando su servicio para poner en contacto a un conductor que presta plazas de su vehí­culo y a personas que quieren llegar a un punto. De esta forma pueden compartir los gastos del viaje como la gasolina o los peajes, resultando un trayecto más personal, cómodo y en muchas ocasiones, más barato que el transporte público. Algo que se estarí­a generalizando y haciendo bastante daño a negocios clásicos como los autobuses.

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Según Fenebús, el servicio de BlaBlaCar operarí­a en competencia desleal por varios motivos. Uno de ellos es actuar como una agencia de viajes y publicitarse como tal cuando no cuenta con las licencias para ello, infringiendo así­ las normativas. Además, los conductores no disponen de licencias para el transporte de viajeros, cargando responsabilidades sobre los viajeros que les acompañan. Además, aseguran que BlaBlaCar cuenta con ánimo de lucro, dejando de lado el concepto de economí­a colaborativa que venden de cara a la galerí­a al solicitar entre el 15 y el 20 por ciento de comisión en el viaje. Todo ello en vehí­culos particulares no homologados para el transporte de viajeros de forma pública.

Sin embargo, BaBlaCar se defiende apoyándose en sus criterios, que sí­ parecen apoyarse en el concepto de economí­a colaborativa. De tal modo, es el conductor quien fija el precio del transporte para los viajeros, pero siempre atendiendo a unos márgenes máximos fijados por el servicio para evitar el lucro. De tal forma, se suele calcular el gasto en combustible y peajes, tratando de cubrir los gastos del viaje si se comparten con tres personas. Hasta el momento, el uso de un vehí­culo privado para compartir gastos sin lucro es legal, permitiendo el transporte de allegados. De hecho, BlaBlaCar se hace eco de las declaraciones del Ministerio de Fomento que afirma que los gastos compartidos no cuentan como retribución, por lo que no serí­a ilegal.

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Parece que las nuevas alternativas, ya sean a través de aplicaciones para smartphones o servicios web siguen poniendo en jaque a los negocios de transporte habituales. Y es que la competencia no les sienta nada bien, sobre todo cuando permite reducir costes a los viajeros, elegir el conductor, conocer de antemano si pueden llevar mascota y elegir música, entre otras comodidades más.