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Los ingenieros informáticos de origen español, Marc Pratllusá  y Oriol Martí­nez, especializados en seguridad informática, han dado con un fallo bastante grave de la aplicación de citas Tinder. Pratllusá y Martí­nez, sin ser hackers informáticos ni nada por el estilo, se percataron de que un error en el diseño en la aplicación podrí­a permitir a cualquiera que tuviera unos conocimientos mí­nimos sobre informática, reconocer a qué latitud y longitud se encuentran las personas con las que has hecho «match» en la app. Los ingenieros descubrieron el error por casualidad, mientras inspeccionaban otras aplicaciones como Wallapop, Facebook o Spotify por motivos profesionales, y fue cuando descubrieron que la app transmití­a la ubicación en coordenadas en lugar de en distancia como deberí­a ser.

El funcionamiento de esta aplicación es muy sencillo, la persona que la utiliza, se desliza entre las fotos de los usuarios que coincidan con los datos que ha incorporado y cuando alguien le gusta, lo marca, si la persona a la que ha marcado le corresponde se producirá un match. Bajo esta premisa de uso, los ingenieros se encontraron con que podí­an identificar la ubicación exacta en la que se encontraban las personas con las que habí­an coincidido. El error era persistente incluso después de bloquear al usuario. Y decimos era, en pasado, porque los ingenieros de Tinder se han encargado de arreglarlo, sin notificar a los usuarios del fallo, haciendo como si nada hubiera pasado.

Pero lo más preocupante es, que este fallo en la aplicación, no solo informaba de la ubicación en ese momento, sino que también indicaba cada vez que nos desplazábamos, lo que permití­a que los usuarios estuvieran controlados por otros usuarios como si un sistema de geolocalización se tratase.

Tinder no ha informado de nada, tan solo comentó a EL PAíS, de que «La privacidad y la seguridad de nuestros usuarios es nuestra máxima prioridad. No hablamos de vulnerabilidades especí­ficas que podrí­amos encontrar con el fin de protegerlos «. Pero, al parecer, desde que los ingenieros reportaron el fallo a los desarrolladores de la aplicación han tardado tres meses en resolverlo.

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Muestras del fallo de ubicación que encontraron los ingenieros

Para acceder a esta información los ingenieros catalanes tan solo tuvieron que instalar un servidor proxy entre su teléfono y el servidor de Tinder. Con este elemento se puede leer la información que se enví­a al teléfono del usuario.

Una vez instalado el proxy y observar los fallos, decidieron crear perfiles falsos para realizar diferentes pruebas con el fin de verificar la existencia del error. Y efectivamente el error existí­a y pudieron verificar la ubicación exacta de diferentes personas como se puede observar en la foto anterior. Aún no se sabe cuánto tiempo esto se ha estado produciendo ni cuánta gente lo ha podido utilizar de manera maliciosa, aunque sí­ podemos confirmar que desde que Pratllusá y Martí­nez lo descubrieron y hasta que Tinder lo ha solventado han pasado tres meses.

Fuente: EL PAíS